El absentismo es uno de los problemas más silenciosos —y costosos— de la construcción.
En muchas pymes, cada semana hay un 15% de la plantilla que falta al trabajo al menos un día.
Y esas ausencias no solo afectan a la producción: impactan en los plazos, los costes indirectos, la rentabilidad y, sobre todo, en la moral del equipo.
Por eso hoy quiero compartir contigo cómo estamos combatiendo este problema en una empresa de la provincia de Cádiz.
Te contaré:
- Una posible causa: un dato alarmante.
- Un error común que perpetúa el problema.
- Y la solución profesional que estamos aplicando, basada en 4 líneas de acción.
Vamos al lío.
El dato alarmante
Buena parte del absentismo injustificado tiene su origen en un bajo nivel de compromiso del personal.
¿Y a qué se debe ese bajo compromiso?
A que los salarios actuales son mucho más bajos que antes de la crisis del ladrillo.
Muchos profesionales, incluso estando contratados, recurren a “chapus” por su cuenta para completar ingresos.
Y claro, cuando dedicas tu energía al trabajo que te da dinero rápido, al otro llegas justo… o no llegas.
Este fenómeno afecta, según nuestras estimaciones, entre el 20% y el 40% de las plantillas del sector.
Lo grave es que muchas empresas creen tener una plantilla de 50 personas, pero su fuerza real equivale a 30.
El resto fluctúa entre rendimientos intermedios o bajos, porque la rotación, las ausencias y la desmotivación van minando la base del equipo.
El error del pequeño empresario
En las pymes no profesionalizadas, la escasez de personal hace que se “toleren” los chapus.
“Si cumple, que haga lo que quiera en su tiempo libre”, se dice con resignación. Pero ese permiso tácito tiene un precio: ausencias injustificadas, mal ambiente,
desajustes continuos y una sensación de injusticia entre los que sí cumplen.
El absentismo no solo se alimenta de la falta de compromiso del trabajador, sino también de la falta de límites del empresario.

La gestión profesional del absentismo
En la empresa de Cádiz que te menciono, se ha implantado una Política de Absentismo con cuatro líneas de actuación claras:
1. Concienciación
Una reunión inicial con toda la plantilla para poner los datos sobre la mesa: las pérdidas económicas, el impacto en los clientes y en el propio equipo.
Allí se aprobó la nueva política, que firmó todo el personal. Ese fue el punto de inflexión.
2. Medición y control
Se diseñó un Cuadro de Absentismo con indicadores mensuales: tipos de ausencias, causas, reincidencias.
También se implantó un Parte de Ausencia que el trabajador debe rellenar al reincorporarse.
3. Seguimiento mensual
En las reuniones mensuales se incluye ahora una sección dedicada a este tema.
El objetivo: mantener la conciencia viva y convertir la asistencia en parte de la cultura interna.
4. Vinculación a incentivos
Si la infracción no tiene consecuencias, no hay cambio real.
Los incentivos de productividad ahora incluyen el absentismo como criterio de valoración.
Quien falta sin justificación, lo nota directamente en su bolsillo.
En definitiva, el absentismo no se reduce solo con sanciones, sino con liderazgo, comunicación y coherencia.
En esta empresa el cambio ya se empieza a notar: más compromiso, más diálogo y una sensación compartida de que “aquí todos tiramos del mismo carro”.
En los próximos meses te iré contando cómo evoluciona este proceso, los resultados y ajustes que hagamos.
Porque el verdadero reto no es solo tener gente en nómina, sino construir un equipo que esté presente —no solo físicamente, sino también de corazón.